La palabra mística tiene que ver con "misterio", y quizá por esa relación continúa llamando la atención y excitando curiosidad. Por otra parte, la mística tiene una tradición muy rica y ejerce una atractivo, hoy muchas veces discutible, pero siempre interesante.
De una manera u otra, la mística es conocida también por su referencia a la ascética, que describe el camino espiritual en la etapa en que aparentemente predomina la acción de Dios. Se dice aparentemente, porque no hay cristiano que niegue que, en cualquier tiempo y lugar, el primado de Dios es indiscutible. No obstante, esa acción de Dios ni es tan fuerte ni es tan patente como principio de las decisiones vitales de la persona. La ascética habla de la acción de la persona.
La mística, en cambio, describe esa etapa del camino espiritual en que Dios se hace más patente al hombre. Su primado sobre la iniciativa del hombre alcanza cotas muy altas, y éste se siente mucho más receptivo que activo. Incluso de habla con naturalidad de pasividad en lugar de hablar de receptividad (hay noches activas y noche pasivas, en el lenguaje de san Juan de la Cruz).