La función magisterial surge en el NT en un doble ámbito espiritual y de tradición. El Espíritu suscita en la iglesia, junto a los apóstoles, a profetas y maestros en el marco de una comunidad mesiánica en la que se cumplen las profecías del AT de que todos serán enseñados por Dios. La iglesia tiene conciencia de que toda ella es espiritual y enseñada por Dios. En este contexto surgen los diversos oficios carismáticos, entre los que se cuentan los profetas y maestros que tienen la función de interpretar la Escritura desde la clave de la vida, muerte y resurrección de Jesucristo.
Hay que buscar fórmulas para un ejercicio más eficaz del magisterio. En las últimas décadas han abogado teólogos destacados por una reforma de los procedimientos de la Congregación para la doctrina de la fe y una actualización que sea mucho más respetuosa con los derechos de los teólogos y con la sensibilidad moderna. Por otra parte, parece necesaria una mayor crítica y discusión de los teólogos entre sí y un espíritu de respeto y de aceptación de la jerarquía.