Cáritas

Los cristianos deben testimoniar la caridad de la Iglesia, derivada de la caridad de Cristo, como comunidad de amor. Y esto no lo hacen los creyentes porque sólo hay necesidades, sino por mandato del Señor.

A lo largo del tiempo, la iglesia ha ejercido su función pastoral caritativa de muy diferentes maneras. La primera ayuda caritativa cristiana nació junto a la eucaristía. Los apóstoles instituyeron pronto a los diáconos como ayudantes del servicio del altar y de los pobres, a saber, de una doble mesa. Pero no se circunscribió la caridad a la propia comunidad, sino que trascendió, por medio de las colectas, a otras iglesias o comunidades pobres.

En el mundo actual, la caridad se ha socializado; no son suficientes los esfuerzos individuales. Las ayudas se realizan por instituciones permanentes, organizadas, con subvenciones diversas. Incluso el servicio social se ha convertido en una profesión. Se pretende el bienestar social del prójimo con amor. En el caso de los cristianos, con amor de Dios y el prójimo, con caridad.

En el nivel estructural y organizativo es necesario que se restablezca para todos un sistema de previsión social. Fundamentalmente, esto es misión de la autoridad pública. Al mismo tiempo hay un servicio social. La necesidad afecta a la persona entera. Por esta razón depende este servicio de la imagen del hombre que se tiene. Este es el sentido que intenta desarrollar Cáritas como organización católica destinada a fomentar el amor de Dios a través del amor fraterno.

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