La catedral es la iglesia principal de una diócesis, donde tiene su sede o cátedra el obispo. La importancia litúrgica y pastoral de la iglesia catedral fue puesta de relieve por el concilio Vaticano II al insistir en la función del obispo como jefe de todas las comunidades cristianas que forman la iglesia local o particular: "El obispo debe ser considerado como gran sacerdote de su grey, de quien deriva y depende en cierto modo la vida en Cristo de sus fieles. Por eso conviene que todos tengan en gran aprecio la vida litúrgica de la diócesis en torno al obispo, sobre todo en la iglesia catedral, persuadidos de que la principal manifestación de la iglesia se realiza en la participación plena y activa de todo el pueblo santo de Dios en las mismas celebraciones litúrgicas, particularmente en la misma eucaristía, en una misma oración, junto al único altar donde reside el obispo, rodeado de su presbiterio y ministros".
Según la legislación vigente, la iglesia catedral debe ser dedicada con rito solemne y el aniversario de dicha dedicación se conmemora festivamente en todas las demás iglesias de la diócesis.