Ejercicios espirituales

La expresión ejercicios espirituales (EE) ha asumido una densidad particular en la historia de la espiritualidad cristiana, de manera que merece ser considerada aparte de otros ejercicios más o menos espirituales o piadosos presentes en esa misma historia.

Reflexionar y rezar, junto a ciertos actos penitenciales, en ambiente de silencio, se ha considerado como ejercicios espirituales. Y han estado presentes a lo largo de la historia de la humanidad, y especialmente en la vida cristiana, sobre todo de las diversas formas de vida religiosa. Toda esta vivencia puede ser considerada como prehistoria de los ejercicios espirituales. Porque cuando hoy hablamos o utilizamos esta expresión, nos referimos típicamente a los ejercicios ignacianos, codificados por el santo de Loyola en su libro Ejercicios espirituales. Por muy diversos motivos, no difíciles de señalar, esos ejercicios continúan teniendo vigencia en la iglesia. Y no solamente en la vida religiosa. El Vaticano II los cita precisamente hablando de los laicos.

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