palabra derivada de devovere (ofrecer, consagrar), significa en primer lugar la disposición y diligencia en servir a Dios en la alabanza, el culto y la oración, y su sentido coincide casi con el de piedad: en definitiva, es el amor de caridad con que el hombre se adhiere a Dios, manifestado de un modo especial en la dedicación constante y sincera a los actos de culto. En este sentido teológico y profundo, la devoción es una actitud espiritual necesaria para todo cristiano, ya que el último fin de la vida cristiana es la glorificación de Dios.
Otra cosa hay que decir de las devociones (en plural). Consisten en las diversas prácticas religiosas de tipo particular, orientadas a honrar un objeto religiosamente determinado, de acuerdo con las preferencias del individuo devoto. Así se puede hablar de devoción al Señor, al sagrado Corazón de Jesús, a la eucaristía, a María, a un santo determinado, al rosario, a la cruz, etc. Muchas de estas devociones son recomendadas e incluso alentadas por la iglesia, pero nunca se imponen de un modo obligatorio, como si fueran imprescindibles para la vida cristiana.