Santidad de la Iglesia

La santidad es una de las notas de la iglesia, es decir, una de las características por las que se distingue la verdadera iglesia de Cristo de cualquier otra confesión. Hay que distinguir entre la santidad objetiva y la santidad subjetiva de la iglesia. La santidad objetiva significa que la iglesia es el medio de la gracia y de la salvación en el mundo. Esto no viene a indicar que la iglesia es santa primeramente en sus principios formales, es decir, en lo que ha recibido y recibe de Dios para ser iglesia, sacramento universal de salvación. Estos principios formales son el depósito de la fe, los sacramentos y los ministerios correspondientes. Estas realidades son santas por proceder de Dios, y apuntan a la santidad. En todo esto se trata de realidades santas porque son instrumentos por los que Dios santifica.

Pero la santidad de la iglesia implica algo más. Subjetivamente, la iglesia es santa también porque nunca faltará en ella la santidad subjetiva de sus miembros, es decir, en la iglesia siempre ha habido y habrá personas dotadas de santidad. Esto no quiere decir que sólo los santos pertenezcan a la iglesia. A ella pertenecen también los pecadores y en ella habrá siempre pecadores. La iglesia ha sostenido una y otra vez, con toda firmeza, la pertenencia a ella de los pecadores. Esto quiere decir, no sólo que en la iglesia siempre hay y habrá pecadores, sino que también la misma iglesia es pecadora, en cuanto que sus propios miembros, incluso como representantes oficiales de ella, son y seguirán siendo pecadores. Por consiguiente, cuando hablamos de la santidad de la iglesia, queremos decir que el cuerpo de la iglesia, manchado por el pecado, no puede quedar tan desfigurado que desaparezca de él el Espíritu de Dios y la poderosa gracia de Dios para bien de los hombres.

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