Superstición

Etimológicamente, superstición viene del latín superstitio. Pero, a su vez, la etimología latina es incierta. Una posible (super-stantium-superstuitio) indicaría el excesivo y vano temor de las cosas que "están sobre nosotros" como los dioses y los astros. El concepto -teológico- alude siempre a un exceso en las prácticas de religión y culto. Así, para santo Tomás, la superstición es un "vicio opuesto a la virtud de la religión por exceso... porque da culto divino a quien no debe darse, o de la manera que no debe darse".

Según esto, caben dos géneros fundamentales de superstición:

a) Se da culto religioso a quien se debe, pero de manera indebida. Así, ciertas prácticas, usuales en ciertos estratos de población, y que se incorporan al culto de algunos santos especialmente populares (por ejemplo san Antonio de Padua); o a ciertas imágenes concretas de Cristo o de la Virgen; o simplemente el recitado de ciertas oraciones a las que se vinculan efectos cuasi infalibles.

b) Un segundo género de superstición: se da culto religioso a quien no debe darse. Dentro de él, el pensamiento teológico clásico distingue tres especies: idolatría, adivinación y vana observancia (hechicería).

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