El domingo es a la semana lo que el triduo al año litúrgico, su culminación. Precisamente surge el triduo como celebración de la fiesta grande de la pascua, a partir de su vigilia. Incluye el triduo la totalidad del misterio pascual. San Ambrosio de Milán (Italia) y san Agustín de Hipona (África) lo denominaron "sagrado triduo de Cristo crucificado, sepultado y resucitado".
El triduo pascual comienza con la misa vespertina de la cena del Señor; la mañana del jueves es todavía cuaresma. Dicho de otro modo, el ayuno del jueves es pascual, no cuaresmal. Es el jueves pórtico de la pasión, testamento y memorial.
El viernes santo se centra en el misterio de la cruz, instrumento de suplicio y de muerte (madero) sinónimo de redención (árbol). En el hecho de la cruz se refleja el sufrimiento de Cristo como amor que se anonada, y el juicio de Dios, junto al pecado de la humanidad, presentes en el anonadamiento de Jesús por Dios. Este día, denominado antiguamente al modo judío parasceve (preparación), es hoy "celebración de la pasión del Señor". Jesús murió el 14 de Nisán judío, que aquel año fue viernes. La iglesia decidió conmemorar la muerte de Cristo en viernes y su resurrección en domingo.