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Sacramento

La teología actual ha recuperado el sentido amplio de la palabra sacramento, entendida como toda manifestación sensible del misterio de la salvación. Así, el sacramento original es la humanidad de Cristo, ya que constituye la revelación definitiva del Padre y de su designio salvador. Por derivación de esta humanidad de Cristo, también es sacramento todo aquello que está en contacto con ella. En primer lugar, todos los hombres, de los que Cristo es cabeza. En segundo lugar, aquellos hombres y mujeres que, de un modo explícito, se adhieren al evangelio por la fe y la conversión.

Entre los variados signos litúrgicos de la iglesia, hay algunos llamados por antonomasia sacramentos, que constituyen la máxima expresión de la visibilidad de la gracia y de la salvación, y el punto culminante de la vida de la iglesia.

Los siete sacramentos tienen importancia para la vida de la iglesia, y en cierta medida, todos gozan de la misma dignidad fundamental. Pero no todos son igualmente necesarios para cada uno de los cristianos, e incluso podemos hablar de ciertos sacramentos como más importantes en la estructura de la iglesia misma. Los siete sacramentos no forman un especie de sucesión lineal, en la que cada uno está situado en el mismo nivel que los demás: su situación respectiva se parece más bien a una constelación de tipo circular, cuyo centro está ocupado por la eucaristía, máxima realización de la iglesia y polo hacia el cual convergen todos los demás sacramentos.

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Sacrificio

En todas las religiones, el sacrificio es el rito más importante y consiste en una acción simbólica en virtud de la cual los hombres reconocen la soberanía de la divinidad sobre todas las cosas. En muchas, el sacrificio llega a una gran complejidad ritual; por un lado, adquieren relieve los ritos de destrucción de una víctima como señal de renuncia y, por el otro, los ritos se interpretan como acciones eficaces para que el don pase de la esfera profana a la sagrada.
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Sagrado

El término sagrado expresa un rasgo decisivo para comprensión de lo religioso (aunque por sí solo no baste). Se concibe como el polo contrapuesto a lo profano (pro-fanum: espacio delante de, y fuera del templo). Por tanto, remite a una definición previa de lo profano.

En una primera aproximación, lo profano puede concebirse como lo normal, lo cotidiano, lo disponible por el hombre. En consecuencia, lo sacro:

1. En una acepción amplia, manifestaría lo no-cotidiano, lo extraordinario, lo no-disponible por el hombre; ante lo cual experimentaría un sentimiento complejo de fascinación (el hombre es atraído) y temor (la atracción conlleva un respeto reverencial por lo que se manifiesta como "otro).

2. En una acepción estricta, lo sagrado religioso aparece como una manifestación de "lo totalmente otro" (lo divino). Se produce así la "hierofanía": lo divino se deja traslucir a través de las cosas.

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Santidad

El término santidad se repite a lo largo de la historia como encarnación de la voluntad de Dios sobre el hombre. No obstante, la santidad tiene, por muchos conceptos, un halo de irrealismo, que no le beneficia en nada. Trataremos de presentar la santidad insistiendo precisamente en el realismo que debe encerrar si quiere responder a su origen. Su origen es la Trinidad, cuya dimensión salvadora tiene que entrar en la vida cristiana.

Para el cristiano, no hay otro Dios que el Dios de nuestro Señor Jesucristo. Y por eso, una santidad que tiene su origen en Dios no puede manifestarse espléndidamente en Jesús. Es a él, el santo de Dios, a quien se debe acudir para saber quién es cristianamente santo. De hecho, la santidad ha superado hoy el encuadramiento eclesiológico, como último y radical, y lo ha dirigido a la cristología.

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Santidad de la Iglesia

La santidad es una de las notas de la iglesia, es decir, una de las características por las que se distingue la verdadera iglesia de Cristo de cualquier otra confesión. Hay que distinguir entre la santidad objetiva y la santidad subjetiva de la iglesia. La santidad objetiva significa que la iglesia es el medio de la gracia y de la salvación en el mundo. Esto no viene a indicar que la iglesia es santa primeramente en sus principios formales, es decir, en lo que ha recibido y recibe de Dios para ser iglesia, sacramento universal de salvación. Estos principios formales son el depósito de la fe, los sacramentos y los ministerios correspondientes. Estas realidades son santas por proceder de Dios, y apuntan a la santidad. En todo esto se trata de realidades santas porque son instrumentos por los que Dios santifica.

Pero la santidad de la iglesia implica algo más. Subjetivamente, la iglesia es santa también porque nunca faltará en ella la santidad subjetiva de sus miembros, es decir, en la iglesia siempre ha habido y habrá personas dotadas de santidad. Esto no quiere decir que sólo los santos pertenezcan a la iglesia. A ella pertenecen también los pecadores y en ella habrá siempre pecadores. La iglesia ha sostenido una y otra vez, con toda firmeza, la pertenencia a ella de los pecadores. Esto quiere decir, no sólo que en la iglesia siempre hay y habrá pecadores, sino que también la misma iglesia es pecadora, en cuanto que sus propios miembros, incluso como representantes oficiales de ella, son y seguirán siendo pecadores. Por consiguiente, cuando hablamos de la santidad de la iglesia, queremos decir que el cuerpo de la iglesia, manchado por el pecado, no puede quedar tan desfigurado que desaparezca de él el Espíritu de Dios y la poderosa gracia de Dios para bien de los hombres.

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Santuario

El término santuario designa, en fenomenología religiosa, un lugar sagrado natural -gruta, monte, fuente-, sacralizado por una teofanía y que se constituye por la erección de un altar, de una piedra, de una imagen, etc., y más tarde por la construcción de un templo. A veces, la palabra santuario designa la parte más santa de un templo, como el llamado santo de los santos del templo de Jerusalén. También en las iglesias cristianas se acostumbra a llamar santuario al presbiterio, sobre todo, como sucede entre los orientales, si está separado de la nave.

Se considera santuario a "una iglesia u otro lugar sagrado donde los fieles, por una particular razón de piedad, van frecuentemente en peregrinación, con la aprobación del ordinario de lugar". El origen de los santuarios puede ser muy variado, pero siempre tiene algo que ver con la devoción a un santo o a la Virgen María y, más raramente, a algún misterio de la vida de Cristo. A menudo, los santuarios están vinculados a apariciones de la Virgen o al hallazgo de imágenes que se consideran milagreras.

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Secta

El término secta no es unívoco. Puede entenderse en sentido estrictamente teológico o en sentido sociológico. Su etimología también es ambigua. Podía venir del latín secatum (cortado), lo que encaja en su significado teológico; o bien de secutum (siguió), lo que encaja en su sentido sociológico, sin excluir el teológico.

En sentido teológico, secta se refiere a los aspectos doctrinales por los que un grupo se separa o es cortado del cuerpo religioso principal, el cual define la ortodoxia.

En sentido sociológico, las sectas son movimientos de protesta religiosa, inicialmente pequeños, que se agrupan por lo general en torno a un líder (seguidores). El compromiso con la secta es voluntario, pero sólo se admite en ella a aquellas personas que han probado su convicción; el seguir perteneciendo a ella se basa en el sometimiento constante a sus creencias y prácticas. Rechazan la autoridad de la religión establecida en la sociedad, que por lo común se juzga acomodaticia


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Secularización

Secularización designa el proceso por el que algo se convierte en secular (del latín saeculum). Saeculum puede indicar un lapso de tiempo, una centuria o una época en general, o bien el espíritu de esa época.

El término secularización, como tal, aparece en la paz de Westfalia (1648) para designar la transferencia de terrenos y propiedades de la iglesia al estado. En el siglo XIX aparece una sociedad secular, como organización de carácter militante que pretende interpretar y estructurar la vida sin recurso a lo sobrenatural. En el siglo XX, al nacer la sociología como disciplina, secularización comienza a ser usado como término meramente descriptivo y neutral; así pasa al léxico de los historiadores. En teología, sin embargo, sigue designando un fenómeno religiosamente negativo, es decir, la pérdida de influjo social, cultural y político por parte de las iglesias.

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Semana Santa

La semana santa, denominada antiguamente semana mayor o semana grande, es la semana que conmemora la pasión de Cristo. Se compone de dos partes: el final de la cuaresma (del domingo de ramos al miércoles santo) y el triduo pascual (jueves, viernes y sábado-domingo). Es el tiempo de más intensidad litúrgica de todo el año. Ha calado hondamente en el catolicismo popular, sobre todo a través de las procesiones.

En la semana santa se pueden descubrir cuatro estratos correspondientes a diferentes épocas:

1) La celebración sacramental de la noche pascual por medio del bautismo, confirmación y eucaristía. El triduo pascual nació en torno a la celebración de esta noche. Es la denominada capa mistérica.

2) Las representaciones de los hechos históricos, como puede observarse en la procesión de ramos, lavatorio de pies y adoración de la cruz el viernes santo. Es la capa psicológica.

3) El desarrollo de las funciones preparatorias que llegan a constituirse en celebraciones que ensombrecen las acciones hacia las cuales se ordenan, como la bendición de los ramos, el monumento del jueves o la consagración de los óleos. Son los ritos preparatorios.

4) La superposición de actos piadosos correspondientes al catolicismo popular, como visitan al monumento, hora santa, vía crucis populares, procesiones espectaculares, representaciones teatrales, actos de hermandades. Es la capa de religiosidad popular.

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Signos de los tiempos

La expresión signos de los tiempos fue utilizada oficialmente por primera vez en la bula de Juan XXIII, Humanae salutis, que convocaba el concilio. De un modo manifiesto se señalan ahí cuatro signos de los tiempos contemporáneos: la socialización, la emancipación de las clases trabajadoras, el ingreso de la mujer en la vida pública y la libertad de los pueblos oprimidos.

En resumen, signos de los tiempos son los acontecimientos históricos suficientemente densos, universales y repetidos, captados por la conciencia de los hombres, con el significado especial de revelar la dirección hacia la cual se orienta conscientemente la humanidad, de acuerdo a sus necesidades y aspiraciones

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